Tal vez sería conveniente para la paz mundial
de tantos corazones fugitivos o enfermitos
planear un golpe de inocencia
una tormenta de ternura infinita.
Bien estudiado, un plan que no fracase,
con el objetivo único y final
de hacer más bella la tristeza
y menos riesgoso el amor.
Que las penas se algodonen,
que los melancólicos sean finamente consolados,
y que el tiempo pase como tenga que pasar,
si total el amor, que no infinito, resucita,
renace y canta en las veredas,
a la sombra de los fresnos, cíclica, eternamente.
Raúl Feroglio-