Huesos visibles,
sinfonía de la noche.
Ebrias van las ruedas de sus vidas
por caminos cenicientos,
peregrinos del rejunte.
Mala pata
—aunque dicen que da suerte
pisar mierda de los perros—,
ellos siguen
abocados a sus grillos,
subsistiendo como Darwin.
Vituperio a la pelambre,
mal aspecto da la cáscara.
Peroratas
por ser hijos del cartón
del frío hecho basura.
Huesitos visibles,
bostezo blanco y celeste,
soñadores.
Ya no pueden embolsarles el saltito,
defasaje del billete
monedita nacional.
del libro «Pequeñas soledades»
Jorge Córdoba-