No me extraño de quien vende estrellas negras,
de quien vende por vender a la madre por polillas,
de quien es rehén de sus ostentaciones,
del narcisismo;
de la burla, en fin, de la burla.
No me extraña de los negocios sobre la base de algún débil,
sobre alguna mancha de sola sangre por la usura
en esa mala esquina del abandono;
de la burla, en fin, de la burla.
No te extrañes, palabra, tú, palabra libre
de que afuera “en creados intereses” haya más o menos dignidad ofendida,
de que afuera haya algún criadero de bestias.
Oswaldo Roses-