Encendí el televisor, y vi esa imagen,
era el hambre que lloraba.
¡No! Era un niño de piel oscura,
eran sus ojos negros
y sus lágrimas… dos diamantes.
Y lloré… lloré con él.
Apagué el televisor,
por arte de magia, mi llanto cesó,
y me olvidé… Me olvidé de él.
Si Dios me hubiese permitido
haber elegido dónde nacer,
hubiera buscado en el mundo
un lugar para ti, también…
Donde tus grandes ojos negros
fueran perlas de azabache,
y que tu blanca sonrisa fuera
la gema de marfil más grande.
Que el desierto fuera hierba
y la selva tu verde follaje,
que las rocas tus sandalias
y el agua del río… tu traje.
Que los rizos de tu pelo
fueran coronas del sol,
y que el ébano brillante
de tu piel… fuera el amor.
Si Dios me hubiese permitido
haber elegido dónde nacer…
habría nacido contigo,
mi niño de piel morena,
Nigeria de mi querer.
Mi linda Biafra
sé que volveremos a encontrarnos.
José Raúl Jure Alvarez-