Llegaste aventando
los amargos frutos del olvido
borrando las promesas
de antiguos amantes
Un cielo sin nadie fue arcilla
entre mis manos quise moldearte
para sublimizar tu imagen
Quise musicar tu voz
con sones de remotos dioses
y con ellos acariciarte y domeñar
mi dolor.
Tengo una rosa entre mis manos
que se deshoja temblando
cuando mi grito te llama
Cuando mi piel se trastoca
hacia la ardiente guarida de tu abrazo
para alimentar el fuego
que me duele y no maldigo
y entre sus brasas
me marcas como algo tuyo
Me consagro a ese dolor
que envenena y me doblega para llegarte
siempre con tu recuerdo tatuado en mi.
Victoria Asís-