Muy queda en la esperanza
me detengo,
como si ella fuera un dogma
y yo náufraga de cielos,
o fuera, – creo ahora -,
la armadura,
máscara raída en la batalla.
Dentro de ella fisgoneo a la vida,
por no decir la muerte,
armadura que nos embelesa,
para no verla,
despedazarnos
el cielo con todos sus cuentos.
Una vez el paraíso fue payaso,
respiramos por el ala de una paloma agónica
creyéndola viva,
sin máscara
tomamos la gota que no alcanzó a beber sedienta,
para limpiar el basural,
siempre ave blanca amanecida,
cantamos bajo la sombra de una luna muda,
y hasta hoy cantamos el canto melancólico,
de lo que una vez fue una horrenda herida.
Ana Rosa Bustamante-