Huiste como un pájaro del nido
y me olvidaste para que muriera,
y yo quiero olvidarte y no te olvido,
y yo te quiero siempre aunque no quiera.
¡Nunca creí perderte, y te he perdido!
Al despedirte me dijiste: «Espera…»
¡Y esperándote vivo y he vivido!
¡Y así te esperaré la vida entera!
Tal como tú, volaron otro día,
en dorado tropel mis ilusiones,
y no han vuelto a su nido todavía…
¡Nada me queda! Está mi dicha trunca,
y todavía agurado en los balcones,
las golondrinas que no vuelven nunca…
Federico Barreto-