Una gota cae de una hoja distraída
lo que importa es mi mirada
que sigue su caída inexorable.
La luz, milagro de veloz materia
en el universo vacío, la enciende
y se prende en ese finito prisma
mi vida.
Con ella van cayendo mis glorias y miserias.
Creo entrever microscópicas lágrimas.
¡Cuánta pasión vivida!
Goce de existir mirando la gota
en su caída.
Aún no llega al suelo dorado.
Alfombra de otoño,
le queda un espacio de misterio
que mis sentidos deben descubrir.
Aquí estoy, suspendida en el tiempo,
rozando la alfombra dorada
bebiendo cada instante de la hoja que cae.
No me correré, aquí la espero.
Ana María Manceda-