Sola
cuando naciste estabas sola,
y ahora -muerta-
vuelves a estar sola.
El camino de enfrente es desolado,
con la sorda desolación
de la lluvia de verano,
con el monocorde chorrear
de canaletas,
y el melancólico sonido
de techos de zinc.
Estás sola.
Tras el próximo invierno.
Aun antes del otoño que no llegó,
dejaste atrás la primavera
prendida a las violetas
y el verano
pasó cerca
y tú, sola,
sola entre el silencio largo.
Sola.
En la avenida desnuda
de cipreses llorones,
estás sola.
Arturo Carrera-