Ausencia eterna, hiere mi voz,
dame la palabra del rubí,
un canto del arpa, la belleza del trueno.
Que en cada oración encuentre mi reino.
Bendita sea tu desnudez enceguecedora,
tus frutos luminosos,
tu oro extremo.
Soy polvo, sangre, hiel
y nada en tu oculto lecho.
Ausencia eterna, otórgame la luz,
confiéreme el silencio.
Daniel Chirom-