Felices los normales
porque jamás han atravesado la nada
como pájaros en el olvido
Los que nacieron con la luz
de madre y padre
los que no han comido migajas
y se esconden en la noche
Los que jamás han sentido la vida desgajada
ni han sido perseguidos como torcazas
Felices los normales
que tiran su cuerpo en buen lecho
y no en el frío lunar de las piedras
Los que no escriben ni una tarjeta postal
Los que no escriben sobre muros
aunque después los derriben
Los que no escriben sobre el caballo de sus emociones
Felices los normales que ignoran el exilio
y la lluvia que cae sobre el lomo de los perros
Los que nunca han sido asediados por el silencio
Los que no han bebido pinos de luz
en pezones de trementina transparente
Felices los normales que no saben las palabras
que se pierden en las alcantarillas
y en las tumbas de los muertos
Los que navegan y navegan sin fatiga
hasta desembarcar en ese viejo muelle de la muerte.
André Cruchaga-