En el trascolar de las lágrimas,
el amargo eco de palabras rotas,
el blanco pan sobre la mesa,
busco las glicinas de la infancia.
Entre sedientas calles matutinas,
estoicos arcones familiares,
desde la exaltación del silencio
busco aquellos cardos adolescentes.
En el breve espacio del sueño
penetro al día luminoso
sin hora, sin límite, sin olvido.
Y en un charco de melancolía,
la noche me sostiene.
Aún es temprano para hundirme.
Del libro Las trazas del agua
César Bisso-
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