Perdí la memoria,
gané otro suelo.
La blancura aquí
en esta hoja que escribo.
El polvo lo llevo dentro,
sólo cambia el vecino.
La cal me sirve de alimento.
Lejana,
la memoria está más viva,
menos tormento.
Me basta por ahora
con saber lo que no digo
y callar lo que no sé.
Valor solitario
del que se cree valiente
por haber desenmascarado la sombra
del doble sentido de las palabras.
Ana Pelayo-