Duele el aire y vuela la paciencia
de su verdor creciendo, lado a lado:
fervor, piedad, arborescencia
en su botánico peso ensimismado.
Del pájaro el olor tiene cifrado
bajo deltas de ocultas reciedumbres,
y un xilofón de agua a su costado
le imagina la color de su costumbre.
Ya hunde la raíz su divisoria
aurora de arqueológica frescura,
y alegra su fitogénesis, memoria
que a la rama sube, súbita y alada,
fumarola vegetal en su angostura,
por la herida del brote disparada.
Miguel Ángel Federik-