Poemas

Los oscuros

La fruta estaba hecha

para que la gustáramos,

para olerla y gozar su lozanía.

Pero nosotros no podíamos comprarla.

 

El sol estaba hecho

para amar nuestra piel,

estremecer la vida de todo nuestro cuerpo.

Pero a nuestra guarida el sol no entraba.

 

El pan de cada día, en fin, estaba hecho

para hablarnos todas las mañanas

de campos fecundados.

Pero nosotros

sólo comíamos mendrugos duros y agrios.

 

También había música y otras cosas dulces,

pero habitaban en el aire alto,

y nosotros sólo captábamos sus ecos.

 

Nos debatíamos en la cueva oscura

en el cuartucho húmedo

donde la única verdad es la miseria.

 

Entonces, no aprendimos

el himno de alabanza,

y la sonrisa en nuestros labios

era una flor enferma.

 

 

 

 

 

Dicen que Dios hizo a los hombres iguales

y semejantes a El en armonía y belleza.

¿Cómo es, entonces, que ahora

formemos este vértice inmundo

del que huyen todas las miradas

y contra el que se vuelven bruscamente las espaldas?

 

-Hablo por boca del hombre que se arrastra

por húmedos rincones

de morada siniestra.

Dice que también de él era la tierra-

 

¿Quién hurtóme el rojo clavel

llamarada impetuosa,

quién bloqueó mis salidas,

quién me esperaba

aún antes que pensara nacer,

con la triste cadena?

 

No estuvo equilibrada en mi balanza

la desdicha con la bienaventuranza.

 

Te regalo de antemano mis huesos

para que hagas con ellos

trémulas flautas que canten elegías

mientras a blanca mesa se sientan prósperas familias,

 

y hay sol, hay pan, hay fruta.

Pero llora, es verdad, en todo el aire

trémula flauta su llanto innumerable.

 

Matilde Casazola-

 

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