En nombre del tigre y la raicilla,
del inútil afán de las murallas,
del miedo calvo de mis propios huesos,
de aquéllos que en la oquedad
de los silencios nos preceden;
de las alas y frondas rumorosas,
de la inquietud que yace en las banderas,
del indeliberado rumbo de nubes y villanos;
de la homéricas simas,
cuyo alegato de sal y de sirenas
no inscribe la imperfección de las bitácoras;
del ojo cíclope que sin dormir crepita
y rige amaneceres y crepúsculos,
de la irisada fragua en que el armero
forja su espada acaso vencedora,
del magma original
que en los profundos templos
funda divinidades y liturgias,
recuérdennos los reinos
cada materia es un enigma
que inflige herrumbres y metáforas al hombre.
Abel Schaller-