Es árbol triste, seco y deshojado,
añoso y pensativo tronco,
rasgando los cabellos a las nieblas,
mirándose en un charco pantanado,
sorbiendo al trueno el resonido ronco,
verdugo deslumbrado de tinieblas.
Es un triste árbol; crece y no se muere,
con las raíces en la arena
y arraigadas las hojas en el viento;
caído espectro que en la luz se hiere,
herida sombra que en luces se envenena,
envenenada fuerza de lamento.
Ana Antillón-