La casa del Poeta es un refugio
el misterio de sus manos en la sangre extendida
Hasta ella llegan las muchachas temerosas
los chicos balbuceantes
a encender la lámpara del vino
la estufa de la memoria
En los estantes cuelgan los trofeos de la noche
acuarelas del primer beso desteñido
uñas de gato zarpas de pantera
aguafuerte de batallas milenarias
faldas de mujeres olvidadas
máscaras antigases para el mitin de lo posible
La Casa del Poeta es una caverna de murales
dispuesta al interior de su colorido
para alumbrar las vigilias de la bomba
Pero se canta y se bebe
se tocan instrumentos de toda estirpe
se tañen las cuerdas se templan los cueros
se prepara el cazador para la partida.
Y se ama en otros cuerpos la manera más salvaje.
Se aspira el cielo en una línea de deseo
y se espanta el tedio con el humo de la manzana
alrededor de la hoguera de puñales
con mapas olvidados en una isla de piratas
en restos florecidos de animales.
La Casa del Poeta es una cintura abierta.
Adriano Corrales Arias-