Los sauces son buenos amigos
en el paseo solitario;
tiemblan, recuerdan y son tristes
como almas ante los fracasos.
Pensativos tocan el agua
apenas como sombras verdes,
y el corazón va como un pájaro
hacia su tenuidad doliente.
Tienen rumor de pies de seda
sobre el agua atenta a su sueño.
La sombra de Bion los inclina
y oyen su flauta en el recuerdo.
Dan al mal viento un olor triste
y a la vida un sabor bucólico,
y en su silencio verde ocultan
las viejas sombras del coloquio.
Y así los sauces me convencen
en el solitario paseo
de que hay un placer dulce y fino
en dar el corazón al viento.
Jorge Carrera Andrade-