Esa guitarra que suena
está besándome el alma.
Llena mis sueños de sendas
aromadas de la pampa,
de malvón de madreselvas,
de jarillas y pichanas
y me envuelve con la brisa
de mis valles y quebradas.
Esa guitarra que suena
tiene quejas y esperanzas.
Guarda el latir de la vida
y tiene sabor a lágrimas.
Canta la dicha del beso,
al dolor y la nostalgia
y al milagro del racimo
que se hizo canto en la parra.
Todo se torna apacible,
no es tan larga la distancia.
La huella agreste del monte
se vuelve cálida y mansa.
Las acequias cantarinas
musitan su canto de agua
y no es tan triste la pena
cuando suena una guitarra.
Porque le canta a mi tierra
en sus floridas mañanas,
al arado sobre el surco
y al amor de sus tonadas.
Porque su caja es garganta
que va cantando a mi Patria,
esa guitarra que suena
está besándome el alma.
Julio César Alvarado-