Soy de un pueblo de arquitectos que nunca edifica
Un pájaro indeciso entre dos vientos
un alambre que descansa en dos paredes
útil deforme húmedo y mal vestido
Es la lágrima que reparte su llanto
El hombre vestido de uniforme que vive a traición
El poeta que no dice todo lo que calla
Son sueños de clavos
nuestros sueños, hermano
Nos tuercen los martillazos que nos dan
con sus tambores
en plena cabeza
Hoy amanecí con un libro en la mano
cuidándome toda la noche
amanecí sin uñas en los dedos
Se las dejé clavadas en el sueño
a mis enemigos
que con sus caras ocultas
y sus botas calzadas
daban alaridos de dolor
y huían de mis manotazos
cuando yo los castigaba
con la verdad de mi hambre
Hoy amanecí libre hasta la puerta de calle
hasta el umbral de mi puerta
hasta aquí llegué
Carlos Kuraiem-