Abriría las puertas de tu infancia,
sólo por ver sonreír unos minutos, tu inocencia.
Descolgaría el amanecer más remoto
sólo para conocer tus orígenes.
Y en algún ocaso de Invierno
te regalaría un naranja perpetuo.
Para arrullar tu lumínica adultez.
Alfredo Ismael Lama-
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