Fue una nami de rango, distinguida,
empilche, jeta roja, colorete,
colonia que costaba un buen biyete
y tarros de tacón y a su medida.
Querida del bacán de buena vida,
señor de una lustrosa voiturete,
bigotín, sobretodo a lo paquete,
compadrón envidiado en la avenida.
Mas el tiempo te trinca, te lapida,
te triza, te erosiona, te fustiga
y no escapa la parda a su destino;
hoy, tras un mostrador, flaca, vencida,
con la mirada en el ayer perdida.
Se turbian sus recuerdos con el vino.
Adolfo Leiro-
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