Yo tuve un metejón ¡quién no lo tuvo!
con la hija del ruso de la tienda,
la junaban de cerca, corta rienda
y en la rienda cortita me entretuvo.
La campanié de lejos; corajudo
no fui nunca pa mendigar el beso,
ratoncito pavote, sin su queso,
el que quiso poder y nunca pudo.
Y así la vi pasar, como un velorio
cerquita de la fiesta del casorio,
entre el luto y el brindis campanudo.
Se me escapó la vida en fulería,
queriendo ser señor, fui gilería.
El que quiso poder y nunca pudo.
Rodolfo Leiro-