En estas altas horas de la vida
miro ponerse el sol en mi ventana,
el sol, que fuera anuncio de mañanas,
es en mi frente luz atardecida.
¿Qué fue de aquél que ajeno a las heridas
del tiempo y del amor – suertes humanas –
irguió su gesto de soberbia vana
y le jugó a los fuegos sus partidas?
En estas altas horas, ya sin prisa,
hago las cuentas, destituyo el llanto,
un hijo primordial me nombra en risas
y beso alguna flor, de tanto en tanto.
Por la ventana miro, ¡cuán precisa
pasa la vida! Y la acompaño. Y canto.
Abel Schaller-
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