Que se yo de raza
sino fabrique poderes,
que lo digan las mujeres
que están dentro de la casa.
El hombre que sabe…
del quehacer doméstico,
el es emblemático en ese dilema
aunque intente no cabe.
El machismo en el existente
le ha dado el valor,
para brindar amor
pero es negligente.
Su voz de mando retumba
a los cuatro vientos,
pero ante una falda
se debilita sin miramientos.
Ese don usurpa el valor
la especie tropieza,
resquebraja la cabeza
y desvanece el amor.
En ese pensar
lentamente la vida extingue,
su expresión sin ser bilingüe
bifurca la manera de amar.
Al sentimiento apagar
sus dones ya no florecen,
ya las ideas no mecen
por ende vuelve a fracasar.
Rubén Pérez-