Veo tantas fotos repetidas en la calle
que soñar con tu cara es una bendición
una estrella fugaz en la noche
un coche que me lleva por la ruta
quién sabe dónde, a toda velocidad
cruzando la ciudad como entonces
cuando te parabas en el pedal
y sin látigos de frenos
sin una cuerdita que nos pare
recorriendo los bulevares
sin un guiño para doblar a la izquierda
o viceversa y sin balizas
una paliza de carrera contra el tiempo
y la monotonía
una alegría compartida
fui tu copiloto sin casco a punto de volcar
tu amortiguador empedernido
tragándome todos lo baches
hasta perder las tuercas
hasta oxidarme por los charcos de vino
y tu dulce siempre me aceitó
me hizo una máquina imparable
y ahora en las picadas nunca pierdo
aunque muerdo la banquina más de una vez
pero esta es otra historieta de fierros.
Martín Ojeda-
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