A un puñadito de mi alma
le propuse bohemias,
para dar un gran salto en el aire
y extirpar lastimaduras
que aún atropellaban.
Cabalgué por tormentas de vientos,
y entre forcejeo y forcejeo
de viejas ironías
me habité desparramada
entre los fuegos,
soñé con una osadía instintiva
de mandatos incandescentes
y entre territorios desorientados,
descubrí el nuevo tributo
que debía pagar
a la alquimia de mis relojes.
Raquel Piñeiro Mongiello-
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