Tiene las alas salpicadas de islotes
Es nuestra bella del mar.
La Patria la contempla desde la costa madre
con un dolor que no se va.
Tiene las alas llenas de lunares,
lobo roquero es su guardián.
La patria la contempla. Es un ángel sin sueño
la patria junto al mar.
Tiene el pecho de ave sobre la honda helada.
Ave caída es su igual.
El agua se levanta entre sus alas.
Quiere y no puede volar.
El pingüino la vela. La gaviota le trae
cartas de libertad.
Ella tiene sus ojos en sus canales fríos.
Ella está triste de esperar.
Como a mujer robada le quitaron el nombre:
lo arrojaron al mar.
Le dieron otro para que olvidara,
que ella no sabe pronunciar.
El viento es suyo; el horizonte es suyo.
Sola, no quiere más.
Sabe que un día volverá su hombre
con la bandera y el cantar.
Cautiva está y callada.
Ella es la prisionera que no pide ni da.
Su correo de amor es el ave que emigra.
La nieve que cae es su reloj de sal.
Hasta que el barco patrio no ancle entre sus alas,
ella se llama Soledad.
José Pedroni-
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