Si vinieras ahora,
si con nombrarte
fuera suficiente.
Encendería
mis metales dorados,
quemaría las hojas
de otoños añejos,
sacudiría al viento,
mi polvo triste
y opaco;
irrespirables partículas
de la pena incierta.
Si vinieras ahora,
abriría el baúl
de mis ropas blancas;
sedas anhelantes
de ser ceñidas
por mi cuerpo desbordado.
Trazaría el vértice exacto
entre tu avidez y
mi ambición,
mientras las nubes
ansiosas de lo nuestro,
se revelan
en indeleble tormenta
profetizada
por el universo,
que nos aclamaría
ruborizado y atónito.
Carmen Pascual Ferrero-
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