Prefiero imaginarte
en el primer instante,
antes que los titanes
ahogasen tu recinto y precintaran
su canto de gorriones.
Cuando en tumulto azul por los costados
desairabas la fuerza del acero
y el tacto de la herrumbre.
Entonces, aún jugabas
a ser alma reciente de la vida.
Mas hoy, que se entretiene
largo el desamparo por tu nombre,
y te pretendo vívido haz de luz
que tallara el redondo asombro de mi boca,
desciendo l e n t a, suave,
al mundo de los pájaros
que sólo resucitan primaveras.
Esther González Sánchez-
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