Y después del Amor… la despedida,
momento inevitable que detesto,
castigo colosal que se me ha impuesto:
dejarme libre si busco estar cautiva!
Me salgo de tus brazos, y a tus brazos
regresar al instante clamo y ruego,
cual ansía ver un haz de luz el ciego,
y el sediento, vaciar de un sorbo el vaso!
Se va mi cuerpo y queda suspendida
el alma a los vaivenes de la suerte,
como si fuera una pequeña muerte
a la espera del retorno de la vida.
Sé que a todo me atrevo, solamente
por volver a tu lado unos segundos…
Acercarme de puntillas a tu mundo
y en tu prado ser la espiga… o la simiente!!
Silvia L. de la Cal-