Un libro para interpretar los sueños, doblegar la suerte y vencer el azar
En Cábala criolla. Imágenes para interpretar los sueños, doblegar la suerte y vencer el azar, el artista Lorenzo Amengual recorre las cien figuras de la quiniela rioplatense conjugando ilustraciones de su creación con fragmentos de letras del cancionero popular, la mayoría de las veces tangos, que se relacionan de alguna manera con el significado de cada número. El resultado es un libro de arte de claridad gráfica inusual y belleza elocuente.
Cuando comenzó a dibujar los números de la quiniela para su Cábala criolla, Amengual estaba convencido de que esta tenía sus orígenes en el Río de la Plata, sin embargo, luego descubrió que la quiniela y la interpretación de los sueños eran una adaptación rioplatense inspirada en la smorfia napolitana, especie de diccionario de los sueños ligados a la lotería, cuyo nombre deriva de Morfeo. “La smorfia es un legado simbólico sincrético, mezcla de tradiciones ancestrales griegas, fenicias y cartaginesas, recopiladas y transmitidas por generaciones de sabios analfabetos. Este I Ching del mediterráneo, llegó a América en los barcos, en l a memoria de los transplantados y para sobrevivir —como ellos— debió transformarse. Con la ayuda de gallegos, ranqueles, polacos, charrúas y criollos se le agregaron en estos pagos los diez significados que necesitaban los noventa números del Lotto para renacer transformados en los cien de la quiniela. Y a esta smorfia adulterada, manoseada, nuestra, la bauticé Cábala criolla”, explica Amengual, cuyas creaciones, realizadas una técnica parecida al grabado, llamada grattage, le dan vida a esta joya de la cultura popular que es la tradición adivinatoria que ilumina lo soñado y guía al soñador a interpretar su destino afortunado.
Lorenzo Amengual nació en Córdoba el 30 de agosto de 1939. Comenzó a estudiar dibujo a los ochos años. Se recibió de arquitecto, pero ejerció, principalmente, como diseñador gráfico. A lo largo de su vida trabajó, además, de humorista gráfico, hacedor de libros y en publicidad. Es un aficionado a los museos, los cuales visita con frecuencia. Ha trabajado y vivido en Roma, Nueva York, Milán, Madrid y Berlín. También en Cuzco, en Mendoza, Santa Fe y Córdoba. En 2008 recuperó la obra de Alejandro Sirio, el primer ilustrador en entrar en la Academia Nacional de Bellas Artes, con un libro y una muestra. Desde entonces se dedica al dibujo y al grabado. En su autobiografía asegura dar la razón a Paúl Valery y a Goya: “Al primero cuando afirma ‘Los mejores ejercicios p ara la inteligencia son tres: hacer versos, cultivar las matemáticas o dibujar’; y al otro cuando, sobre uno de sus últimos dibujos, donde representa a un viejo con túnica y larga barba apoyado en dos bastones, escribe: ‘aún aprendo’. Tales afirmaciones no prueban que todos los dibujantes seamos inteligentes, ni que todos los viejos queramos aprender, pero marcan caminos para dar sentido a la vida. Si además hay algo de pan, queso, vino y aceitunas, y quien los comparta contigo ¿que más te hace falta?”. Actualmente, Amengual vive y trabaja en su casa en la ciudad de Buenos Aires, una casa iluminada y atiborrada de cuadros y objetos de arte.