Amanece despacio.
Como todos los días amanece,
pero hoy es especial pues se abre paso
la luz como una herida,
inmaterial y táctil, como un beso, una ausencia,
o la sola palabra que se dicta al secreto.
Por la ventana observa esta calle vacía.
Cómo desaparecen, cansadas de brillar toda la noche,
las escasas estrellas.
Vuelve el trazo solar, este latido,
duración del sentir, visible sueño…
Piensa en las rosas de un jardín lejano;
en las sierras azules o el reflejo de alfanje del olivar.
El viento, trastocándolo todo
como la misma lluvia
que acaricia las ramas;
lo mismo que la mano, en la distancia,
se desliza en el rastro,
de ese rostro que evoca lo esbozado.
Piensa en su despertar, al paso de ese tren que
siempre pasa, la luz que enciende la despierta aurora,
el café que ha bebido en el silencio
mientras escribe, siente, reflexiona;
mientras mira mecerse en los olivos
la lámina ondulada del río ingobernable
Pronto en el blanco fondo del vacío, se escuchará su voz;
y así sabrá por él que así lo llenará su voz sin tiempo
y sentirá que todo permanece:
que esa luz, que ese texto que reescribe,
se sembrará en el aire y en su alma,
sobre la hondura, sobre el sentimiento
donde el paisaje y el amor se bastan.
De Estados sucesivos (2009)
Efi Cubero-