Amante
de plazos de la muerte,
prolijamente no disimulo
la verdad de los sueños
ni me escandaliza:
la red que rompo,
la prisión que reviento
en la tiranía que amé.
Harto de la queja
y del dulce patíbulo
que cumplen tus caprichos,
cuando razono contigo
de un calabozo a otro,
amanece.
Desde la medianoche,
sin otro deseo
que amarte viviendo,
en el tiempo de los encuentros,
mis gustos y cuidados
oscilan en tramas de pasión,
crecen en el humo ciego.
Y en tus ojos los cantos se diluyen,
son recuerdos escondidos
que no dejan de gozarte.
Mientras mi amor,
como las aves y las rocas,
elocuentes y mudas,
se detiene
frente a la sed intacta
y la sequía de tus labios.
Jaime Icho Kozak-