Que el tiempo diga lo que tenga que decir, que la ilusión solo sea un capricho… El amor, el amor, el amor, que a tu lado vivo y siento, es como la acaricia de una pequeña brisa a la que estoy amarrado en esos días en la que no estas, pero haces notar tu presencia…
No sólo soy el cautivo, que te cautiva. No solo soy el amante, que te ama, no solo soy la tierra donde haces reflejar tus pisadas…
Solo soy esa alma desconsolada, donde encuentra cobijo en la Estación de tus besos… No solo soy la sombra esclarecida de tus lamentos, no solo soy la pena del vagabundo… Soy más que un destello donde el sol brilla cada mañana, donde la luna hace del mejor cielo, el manjar de mis deseos.
Solo mira el horizonte, más allá del paraje natural, más allá de ese paisaje donde todo parece un cuento, donde las lágrimas son destellos de estrellas, donde la fantasía es pura realidad, donde todo todo, todo, es la fantasía de una vida, donde a cada instante te tengo y te pierdo… Donde no hay un solo amor, donde exista no sea el primer mundo ni el último…
Quiero que ese amanecer el cual me enamore de ti, quede grabado como el único tesoro, como la maravilla del mundo, como cien diamantes, que alumbre mis próximas cien vidas… Si de un deseo he de decir que te quiero, diré que te quiero como ese lago que acaba de nacer, de ese paisaje virgen, de esa gran montaña que roza el cielo, de esa melodía jamás escrita, de ese sonido que jamás se ha tocado, de esa belleza donde paseo por los parques de Aranjuez, donde mis besos recalaron en los jardines de Sabatini, donde todo era lo mejor y esculpí en letras ese amor, amor embriagador que de mis penas mato con una botella de vino barato, donde mis penas dejan solo una palabra: Te amo…
Miguel Ángel Morán Barajas-
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