La voz en la oscuridad. Ayer dormí desnuda por primera vez en mi vida. Dormí completamente despojada de ropa porque quería estar más liviana. Me acomodé boca abajo y tapé una de mis piernas con una sábana. No paraba de pensar en que, aún estando desnuda, necesitaba un abrazo que me cubriera la espalda.
Fecha de vencimiento. Me digo que es hora de vivir amores nuevos, aprendiendo de los viejos. Necesito otros olores, espacios e historias. Otras manos que recorran mi cuerpo y otro cuerpo por recorrer. Inspiro fuerte, cierro los ojos y me convenzo que lo mejor está por venir. Lo palpito. Está ahí.
Harta con vos. Al menos una vez por día pienso en vos. En vos riéndote. En vos charlando. En vos durmiendo. En que me pediría un vos con crema y me vendría genial. De repente, estoy harta de vos. De pensar en vos. De tu ausencia en el momento menos indicado.
El escape. Tenés que saber que, al menos una vez por mes, te voy a querer dejar. O tal vez más espaciado, una vez cada dos meses. O tres. O cada dos semanas.
Sin memoria. Puedo romper las cartas y borrar todos los mails. Tirar absolutamente todo lo que tenga tu recuerdo impregnado.
Deshacer, desahogar, exorcizar cada palabra endemoniada. Puedo intentar con otros hombres, escribir mil historias distintas con finales diversos y contar a los demás mi propia versión.
Pero cada vez que intento cada una de estas cosas más me recuerda lo que estoy tratando de olvidar. (Grupo Editorial Sur)
Previo Atónita