El tenue quejido
que va por la línea divisoria
entre el sueño absoluto y la vigilia
reprime los frescos deseos de la confianza.
Sólo la campanada de un abismo
puede cambiar los merecidos
y supuestos comienzos.
Sed falsa de ignorancia
recae sobre mi desarraigo impotente
Ingrid Fainstein Oliveri-
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