Solía sentarse a pensar
ella
toda gris
toda harina
estaba segura que él había nacido
que regaba alguna calle
con sombras de araucarias
con olor a pisos de madera
con aldabas de bronce en la garganta
llegaría una siesta de laureles con sueño
un mediodía de diciembre
cuando en los alfalfares trenzan su brisa
un contraluz de mariposas blancas
y tendría las manos como vasijas de barro
y el pecho ancho
ancho y solo
como la pampa
estaba segura que él había nacido
por eso lo esperaba
Alicia Perrig-