El espectador

“El espectador, ópera prima de Alberto Badino, es una novela de una potencia inusitada.
Compuesta de capítulos breves, sitúa al lector frente a Juan, un personaje exasperante que produce lástima y bronca y pena y repudio por partes iguales y que parece estar atascado en un limbo emocional del que no puede salir y el lector tampoco. Juan no habla o habla con monosílabos, parece incapacitado para sentir y cuando siente o cree sentir no sabe cómo expresarlo.
Badino hace un uso magistral del laconismo, tan certero que por momentos asfixia.
Heredera de las grandes novelas existencialistas, a El espectador le bastan unas pocas páginas para incomodar al lector y sacudirlo. No puedo decir que la haya leído con placer, pero sí con asombro. Y con gran admiración” (Mauricio Koch).
“Estoy recostado en la cama, fumando. El humo que sube hacia el techo, forma nubes a media altura. El ventilador inmóvil abre sus cuatro palas en forma de cruz. Estuve toda la tarde haciéndome preguntas que no supe responder. Tampoco sabía qué contestarle a mi mujer cuando me preguntaba por qué estaba tan callado.
-Si yo no hablo, vos no abrís la boca -decía Alejandra-, parecés un ente; si no fuera por Nico, comeríamos en silencio. Yo le decía que ya se me iba a pasar.
-¿Cuándo? Hace meses que estás así y parece que ni siquiera te diste cuenta.
Hace una semana, entré a casa y encontré mi valija en la puerta con un cartel: “Si no vas a estar con nosotros, prefiero que te vayas”, decía”.
(Fragmento de El espectador, de Alberto Badino).
El espectador obtuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes en el Premio Internacional de Novela 2007. (Ediciones La Parte Maldita)