Frente a mi puerta
hay una pared que me saluda
todas las mañanas.
No tiene azulejos
ni un árbol que le dé la espalda.
No tiene las patas de un pájaro
verdes salamandras
ni conjuntivitis.
Está desnuda la pared saludadora
atrincherada y presa en su trinchera
esperando
un mensaje de amor
una puteada
el fruto de una brusca calentura
algo que la vuelva diario
para tener todos los días hojas nuevas.
Sin embargo me saluda
cada sol
con su pesada gota de revoque
y por algún retazo
me muestra el rojo vivo de su entraña.
No me va a convencer
por mucho que haga
me cuesta creer su corazón de piedra.
De Jurisdicciones
Julio Carabelli-