La toxicomanía fue lo que marcó un período reciente. Fue el síntoma de una decepción frente a las promesas incumplidas de un mundo mecido por el progreso, de acuerdo a la lectura realizada por el espíritu de la época que, aunque preocupada por explicar la amplitud de una manifestación social galopante, fracasó.
La lectura que propone Francisco-Hugo Freda es totalmente diferente. Su originalidad es todavía mucho más destacable, dado que se sitúa históricamente en una época, aquella resumida de manera sucinta, y aborda ciertos prejuicios relativos a la toxicomanía.
Los términos “toxicómano” y “toxicomanía” empleados en esta obra están sólidamente enraizados en una experiencia guiada por el encuentro con toxicos, como lo testimoniarán diversos casos.
Se trata del decir del toxicómano. En efecto, la toxicomanía es un asunto de decires.
Su objeto se atrapa a partir de la consistencia del decir del sujeto, cuya formulación se enuncia de esta manera: “soy toxicómano”. (UNSAM Edita)
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