Los lagares, las uvas y el momento
de encontrar en el jugo alucinante
un impacto, un hechizo, un duende andante
que disipe el glacial aburrimiento.
Lagares y manzanas; un invento
de la tierra, del sol y el palpitante
exprimido que aloja, exuberante,
el voto de un frutal aturdimiento.
Los lagares de Dios son un regalo
para el hombre, su sueño y sus albores;
y es la mujer la copa y el consuelo,
el elixir cabal del intervalo,
la que sostiene en todos los dolores,
porque es cabaña, sembradío y cielo.
Betty Badaui-