Zofía nació en Skoczow, una ciudad polaca perteneciente a la región de Silesia. Durante su infancia integró grupos de Boys Scouts y aprendió a esquiar en los montes cercanos. Ante la invasión alemana y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, logró escapar a Cracovia, en aquella ciudad finalizó los estudios secundarios en una escuela clandestina. Luego se integró al grupo guerrillero Armia Krajowa, participó de reuniones en los bosques, en los sótanos y en teatros vacíos. Vestida de enfermera y con documentos falsos, trasladó a hombres que fingían estar heridos y bolsas con municiones en los trenes de pasajeros. Los nazis no sospecharon de la joven con carita de muñeca.
Al finalizar la guerra, el gobierno comunista persiguió a personas que participaron en las guerrillas. Ante el temor de ser detenida, decidió huir y atravesó la frontera con Checoslovaquia. En trenes de carga llegó al campamento de Murnau (Alemania) allí se unió a grupos de refugiados que se trasladaban en camiones a Italia, para reunirse con militares polacos que se concentraban en aquel país.
Se encontró con el Capitán Feliks Twardowski, un militar que dirigía la tropa destinada a limpiar las ruinas que dejó la batalla de Montecassino.
Los jóvenes decidieron dejar en el pasado las penurias vividas y planearon formar una nueva familia. Contrajeron matrimonio en la iglesia de Loreto.
En 1946 el último contingente de polacos partió con destino a Inglaterra. En el Casino de Oficiales, una integrante del Woman´s Voluntary Service, la invitó a sumarse a la fundación que brindaba asistencia a los niños huérfanos que había dejado la guerra.
Cuando nació Maciej Marek, su primer hijo, recibieron una carta de un matrimonio polaco que vivía en Comodoro Rivadavia, invitándolos a trasladarse a esta ciudad.
En 1949 llegaron a Buenos Aires y en pocos días se establecieron en Km 8.
Feliks ingresó a la Compañía Ferrocarrilera de Petróleo, en el mismo barrio nació Tomás, el segundo hijo.
Zofía se integró a la obra del padre Juan Corti, para asistir a los niños desamparados. Frecuentaba el despacho del gobernador Roque González en busca de alimentos y películas para brindarles los pequeños. Así fue como le ofreció un puesto de “Trabajadora Social” en el Hospital Vecinal, convirtiéndose en la primera persona en desempeñar este cargo en la ciudad.
Luego se trasladó al Hospital Regional, finalmente la nombraron en el Juzgado de Menores, donde trabajó hasta jubilarse.
Zofía consideraba que la guerra solo le sirvió para aprender a sobrevivir.
Partió de este mundo el día 20 de febrero de 2008.
En agosto de 2015 sus hijos llevaron las cenizas a Polonia, para cumplir su último deseo. En su ciudad natal rezaron un funeral y depositaron la urna en el camposanto donde descansan sus antepasados.
Sofía tuvo una larga vida en la Patagonia, se ocupó de niños desvalidos, como lo hicieron las mujeres voluntarias en Gran Bretaña al fin de la guerra, la tragedia que cambia la vida las personas que pasan por esa experiencia.
Hasta siempre querida Sofía, gracias por enseñarme tanto!!!
María Teresa Dittler
Fragmento del libro De sol a Sol