Estamos en este raro punto de equilibrio,
como una mata silvestre en un baldío,
bajo el sol, bajo el viento y las lluvias,
y cuando se anuncia un año de langostas;
un año, quién sabe, de meses entrecortados
y de semanas que hacía tiempo no venían.
Pasaron los días, el resabio de los días,
las revoloteadoras polillas y el hedor que
se deslizó lento por debajo de la puerta.
Sufrimos como un remate de algo, una
invasión, un revés del aire, un frío y triste
aturdimiento, que ya dibujan un paisaje
íntimo, un terraplén, un charco, un
cruce, y una melodía que trae nuestras
notas y que quiere decir algo, algo…
Eduardo Dalter-