La violencia contra las mujeres es vieja como el tiempo. El silencio persiste, sin embargo, cubriendo, disimulando, negando, para evitar los castigos que deberían caer sobre sus ejecutores. Se los llama «crímenes pasionales» o «crímenes de honor» para justificar su existencia y convertir lo aberrante en heroico.
En Oriente, se acepta como normal que una mujer pueda ser apedreada hasta morir por haberse enamorado de otro hombre que no es su marido. La mutilación genital y la «violación correctiva» son aceptadas en toda África, pero los hechos humillantes y discriminatorios se producen en todo el mundo, y en todas las clases sociales.
Hemos tratado de reflejar los atropellos que han padecido y padecen miles de mujeres en todos los tiempos. Los sucesos en que se basan estas historias, si bien han sido relatados como ficción, son absolutamente reales. (Editorial Sopa de Letras)
Palo y a la Bolsa: Crónica de una violencia eterna
