No es posible olvidar, porque el olvido
es patrimonio de los seres desalmados,
de aquellos que jamás se desnudaron
bajo el calor de una mirada verdadera,
de aquellos que no sienten el clamor de sus entrañas
cuando la ausencia se precipita incontrolable
sobre todos los rincones de la vida.
¿Acaso un alma puede desligarse
del recuerdo de los sucesos que la elevaron?
¿Acaso puede olvidar la tierra seca
el poso de la lluvia que la hizo florecer?
¿Acaso puede un corazón de arcilla
evadirse a la memoria de las manos
que trabajaron su espeso sedimento?
Nada existe al otro lado del olvido.
Entre las sombras de mi cuarto la recuerdo,
tal vez ceniza sólo, pero fuego,
porque el fuego es presencia y testimonio.
Sergio Barao Llop-