Cae la lluvia suavemente,
moja mi rostro,
se desliza cuerpo adentro
como un viajante misterioso
que trata de descubrir mis silencios.
La calle solitaria
y las pocas hojas
llevadas por el viento,
transportan también mis tristezas.
Cuántos recuerdos.
Cuántos alientos.
Cuántos pensamientos en cada reja.
Te miro,
calle de mi niñez,
como si fueras
un fantasma que despierta.
Y en los balcones dormidos,
en las flores que se muestran,
quedan los pensamientos vagando,
acariciándote con extrañeza.
Yo sé,
que volver al pasado
no es sano.
Y que buscar
el tiempo que partió
es imposible y extraño.
Pero quiero olvidarte
por última vez,
y decirte:
«Yo te guardo fuertemente
en todo aquello
que pueda mostrar como idea.
Y has marcado,
paso a paso,
mi crecer
que tanto tarda y no despierta.»
Oliver Robertt-