Un perfecto sexteto musical.
Cinco sentidos dando tonos,
a la entrega del placer por amor.
El oído
acunado en palabras suaves.
El gusto
halagado por sabores.
El olfato
acariciado por los perfumes del cuerpo.
El tacto
entibiado en el recorrido de piel estremecida.
La vista
fijando contornos y declives.
El sexo
dirigiendo con armonía.
Sin público, sin directores.
Solo dos participantes,
gozando acordes interminables.
Elsa Hufschimid-