El tiempo va esculpiendo redondeces en tu cuerpo.
Escondite de días y de latidos incipientes.
Eres cuenco amoroso, refugio de la vida.
Cuna melodiosa, mecedora de sueños
suaves, frescos, nuevos.
Todo se cubre en un instante y en una misma historia.
Como tierra fértil nutres, cobijas, celosamente un tesoro.
Sos testimonio de esperanza, entrega, calma.
Te sientes completa,
cual reina airosa en sus dominios.
Hasta que llegue el día en que dejes de ser una,
para dar paso al desprendimiento.
Entonces las miradas de amor
se instalarán para siempre desbordantes.
Serás el comienzo y el destino de sus brazos,
la protagonista del acto de amor
más luminoso, diáfano e infinito.
Diciembre de 2014
Para mi hija Luz que eligió correr el riesgo de ser madre.
Para Javier que decidió acompañarla en esta aventura.
Graciela Di Laudo-